Washington: Pentágono, Cementerio de Arlington y Partido de la NFL

Este día será recordado como "El día de la mochila" y es que no acertamos ni una con ella... 

Pero empecemos con el madrugón, por suerte ya no hacía el viento infernal del día anterior y de -4ºC pasábamos a 0ºC. No estaba mal, ¿no?

Teníamos el tour del Pentágono a las 9 a.m. y, según ponía en el mail de confirmación (recibido justo el día antes), era mejor estar 1h antes.

También ponía que no se podía llevar ni comida, ni bebida, nada de hacer fotos y la mochila solo de X dimensiones... Como no teníamos claro si la nuestra las cumplía, decidimos dejarla en el hotel. La cámara la llevamos pero con idea de tenerla apagada.

Creo que es el lugar donde mas al pie de la letra nos tomamos las normas. ¿Nos impondría el hecho de ser "El Pentágono"?... Como para vacilarles jeje.

En fin, desayuno en el Whole Foods (mas barato que el Starbucks) y p'allí que nos vamos. Al llegar a la estación tomamos una fotillo por si fuera la única que podría dejar constancia:

Justo al salir del metro ya estaba lleno de carteles de "No Fotos" y flechas para guiarte. En el exterior realmente no ves nada, solo un muro, cámaras de seguridad, militares que van y vienen...

Esto lo comento, por que he leído críticas en Tripadvisor de gente que se ha decepcionado al ir. Desde mi punto de vista: Si no vas a hacer el Tour, no merece la pena acercarse. No vais a ver nada mas que un muro...

Llegamos al punto de control, nos piden los pasaportes y de ahí a los, ya familiares, arcos de seguridad y scanners. Nos tratan con amabilidad, así que nos vamos relajando. ¡Ah! Y vimos a gente con mochilas standard como la nuestra... vamos que podíamos haberla llevado.

De ahí pasas a una sala de espera, hay una tienda de souvenirs que todavía estaba cerrada, fuente de agua y baños.

Teníamos mucho tiempo así que preguntamos en unos mostradores sobre si era allí el tour (en esa sala esperan todos los visitantes no solo los del tour), muy amables nos dijeron que si, que nos llamarían.

Tocaba matar el tiempo y Jordi no paraba de mirar algo muy tentador, preguntándose por que estaba allí puesto... peeeeeeeeero como no permitían fotos no nos atrevimos a intentarlo. ¡Hasta que una familia dio el paso! Al ver que los militares no decían nada a los que se hacían fotos con el smartphone en ese rincón, preguntamos si se podía con la reflex. Creo que aún no habían acabado de decirnos que si, que Jordi ya me había puesto la cámara en las manos y posaba para la gran foto:

Llegada la hora, unos militares, muy jóvenes, llamaron a los del tour. De nuevo te piden la documentación y antes de entrar en una sala te dan la tarjetita de visita. Jordi y yo nos miramos emocionados: ¡Entrábamos al Pentágono!

En la sala te dicen las normas. Bueno ellos te las dicen y tu intentas entenderles... ¡Y es que uno de los chicos hablaba muuuuuuuy rápido y con un acento que pa que!

Resumen: no tocar, todos juntos, sin separarse y a su ritmo. A partir de ahí siempre iba uno delante y otro detrás. 

Nos tocó un chico (el que hablaba a lo Speedy Gonzalez) y una chica a la que entendíamos mejor. Ambos muy simpáticos y les podías hacer preguntas tranquilamente.

¡¡SPOILER ALERT!! Quien quiera mantener la sorpresa de lo que hay dentro, que se salte los párrafos siguientes, hasta que haya de nuevo fotos.

¡Nada mas entrar alucinamos! Creo que todo el grupo hizo un ¿¿"WTF"?? ¡¡Y es que te encuentras en una especie de centro comercial! 

Si, si. Lo que leéis. Supermercado, floristería, joyería, tiendas de electrodomésticos, restaurantes... Nosotros con la boca abierta y los guías riendo por nuestros comentarios. 

Nos contaron que son tantos ahí dentro (unos 32.000 trabajadores, aproximadamente solo un 10% civiles), que ya es como una mini ciudad. Vamos, por si te olvidas el regalo para la novia, o ligas dentro del curro...

Aún en shock y riendo por lo encontrado nada mas entrar, te pasean por diferentes pasillos donde tienen una muestra de la historia militar y te explican detalles del ejercito y del edificio.

Pero en ningún momento ves las oficinas o esos despachos tan guays que salen en las pelis. De eso olvidaros.

Nos comentaron que es el único lugar donde los soldados están exentos de saludar a los de mayor rango, por que si no nunca llegarían a la oficina...

Para finalizar te muestran el punto donde se estrello el avión en el 11S.  Ahora es una capilla con los nombres de las víctimas (las 64 del avión y las 125 del pentágono). Nos explicaron que en ese vuelo murió la víctima mas joven de todos los del 11S, con 3 años de edad. 

Nos indicaron que fuera había el memorial a las víctimas del vuelo y lo anotamos para acercarnos a verlo.

Al acabar el Tour ya estaba abierta la tienda y Jordi se compró una sudadera que demostrara donde había estado. 

¿Mereció la pena el tour? Para nosotros si, solo por poder decir que hemos estado dentro, ya nos valió la pena. Pero sobre todo, no esperéis ver nada especial tipo despachos o salas de operaciones y tened en cuenta que es en inglés.

Salimos en busca del memorial y vimos que aun había carteles de no hacer fotos alrededor del edificio... al final conseguimos hacer unas desde el propio memorial. No había militares, y con eso de que te haces fotos allí pues puedes pillar el edificio detrás.

El memorial es una especie de fuentes personales (aunque la forma parece un banco, no lo son). Cada víctima tiene la suya y están ordenados por año de nacimiento. Con lo que la primera que te encuentras es la de la pequeña de 3 años. El nombre aparece en el borde, y dentro de la fuente puedes leer los nombres de otros familiares que iban en el vuelo. 

Este momento fue triste, no solo el saber que toda esa gente murió, si no que cuando leí el nombre de la pequeña y dentro el de toda su familia... padre, madre y hermana, todos iban en el mismo vuelo.

Creo que se hace mas duro cuando te focalizas en alguna historia, y yo lo hice con esa familia.

En fin, tras pasear un rato recordando ese trágico día decidimos que ya era momento de seguir hacia nuestra siguiente visita: El Cementerio de Arlington.

Si os fijáis en el mapa, el cementerio está al lado del Pentágono, pero mi duda era si se podía acceder a él desde esa zona. La entrada principal al cementerio está en la otra punta y te lleva el metro, pero como estábamos algo alejados del metro del Pentágono decidimos preguntar a un militar si se podía ir a pie.
De toda la parrafada que nos dijo el militar solo entendimos: ¡Derecha, puente, highway y 30 minutos! Le insistí a Jordi que preguntara si había una entrada secundaria, pero nada, ni modo de entendernos. Así que nos lanzamos.

Tomamos hacia la derecha y pasamos por debajo del puente. A los 10 min estábamos delante de lo que parecía una entrada (se veía el cementerio) y nos pareció raro haber llegado tan pronto.
A todo esto, un padre con sus dos hijas nos habían seguido fiándose de nosotros (¡pobres ilusos!). Como eran Yankees preguntaron ellos al militar de turno que, muy amablemente, nos explicó que solo hay una entrada y tocaba dar la vuelta a tooodo el cementerio.
Dedujimos que no era: a la derecha y pasa el puente, si no al llegar al puente toma a la derecha!! en fin...
Ya puestos, decidimos seguir a pie, eso si, esta vez guiaba el Yankee.

Aquí os dejo la pateadita que nos dimos:

Encima, ¡el paseo en gran parte era al lado de la autopista! En fin, toda una aventura... La única parte bonita fue al final, al entrar en una zona verde al lado del Potomac.

Y tras media hora andando (el soldado tenía razón...), ¡llegamos a una bonita parada de metro! En serio, no hagáis como nosotros, pillad el maldito metro.

En el punto de información tenéis baños, fuentes de agua... y hay un trenecito que recorre el cementerio previo pago de 8$. Como ya no nos venía de ahí y estábamos "On Fire" decidimos que a pie seguíamos.
Así que mapa en mano (te los dan gratis), nos sentamos un minutos a localizar los memoriales que nos interesaban.

Arlington es un cementerio militar. En el se encuentran enterrados soldados desde la Guerra de Secesión hasta las de Irak y Afganistán. A parte de algunas personalidades como Kennedy y su familia.
La típica imagen que te viene a la cabeza son las fotos que muestran la infinidad de lápidas blancas.

El primer memorial que visitamos fue el de J.F Kennedy y familia.

De ahí nos fuimos a ver la Tumba del Soldado Desconocido, que está detrás de una especie de Anfiteatro donde realizan homenajes.

En la tumba al soldado desconocido siempre hay alguien haciendo guardia, los 365 días del año.

En invierno podéis ver el cambio de guardia cada hora y en verano cada media hora.
Lo que nos llamó la atención son los movimientos tan rígidos y milimétricamente pautados que realizan los soldados.
Llegamos que faltaban unos minutos y había gente sentada esperando. Llegada la hora apareció el soldado encargado de supervisar el cambio y, tras saludar al memorial, se giró y soltó algo así como: ¡Van ustedes a presenciar el cambio de guardia, por favor todos en pie y guarden silencio! (No era una petición, era una orden vamos).

Y en un silencio sepulcral, vimos un cambio de guardia sobrio, milimetrado... nada de pompa británica.

No me lo esperaba así de sobrio y me sorprendió la verdad. Si podéis verlo, es muy curioso.
De ahí fuimos a los memoriales del Challenger y el Columbia. Los dos transbordadores espaciales cuyo final trágico ha vivido nuestra generación.

De ahí volvimos a la entrada y preguntamos por el memorial de "Iwo Jima", no salía en el mapa por estar fuera, pero nos dieron un papel con las indicaciones y nos fuimos caminando (unos 10 min).
La estatua recrea una foto tomada en la isla.

Los fans de la IIGM ya saben la importancia de ésta isla. Sin ella, los cazas que debían escoltar a los B-29 (bombarderos que lanzaron la bomba atómica en Japón) no podrían haber cumplido su misión, puesto que no tenían tanta autonomía como los bombarderos.
Vamos, que la perdida de Iwo Jima fue una sentencia para los Japos y una gran victoria para los EEUU.

Por cierto, preciosos los colores del otoño que rodean el memorial:

Era la hora de comer y decidimos volver al hotel para preparar el gran evento de la tarde: ¡El partido de Fútbol Americano!

Pasamos por el Wholes Food a por la comida: Macarrones con queso y Pavo a la manzana, todo muy bueno y por 14$.

La idea era descansar un poco de la pateada, abrigarnos hasta las trancas (nuestras localidades estaban arribar del todo del estadio) e ir antes porque en estos eventos siempre hacen barbacoas en los parkings y hay mucho ambientillo.

Con toda la ilusión del mundo salimos con tiempo mapa en mano, porque desde el metro al estadio hay 20 minutos a pie. (Luego nos dimos cuenta que ni mapa ni ostias, solo hay que seguir a las hordas de aficionados jaja).

Peeeeeeeeeeero el destino hizo que el metro nos la jugara. Estuvo parado mucho rato, mientras infinidad de aficionados se agolpaban en las estaciones.

Al final llegamos justos para ver el partido, así que ni barbacoas ni nada... Por cierto, me impresionó el estadio.

¡Y aquí llega de nuevo el "momento mochila"! Y es que, no se por que, no leí toda la letra pequeña, y ¡¡resulta que está prohibido entrar mochilas opacas!! (Solo bolsas transparentes y no muy grandes).

Y nada, no hubo manera que nos dejaran, así que decidimos vaciarla y dejarla escondida a ver si había suerte al salir... (¡Si vais a un partido ya sabéis, nada de mochilas!)

Pero ya daba igual, ¡estábamos dentro! Y yo con mi camiseta de los Barcelona Dragons. ^_^

Jugaban Washington Readskins vs San Francisco 49ers (equipo que del que es fan mi padre). Me supo mal por los locales, pero palicita que les cayó. Aún así, comprobé insitu que el buen rollo de la afición de la NFL sigue en pie. Ambas aficiones mezcladas sin problemas, ni insultos, ni malos rollos... Señores: ¡Por eso me encanta este deporte!

Me sorprendió las buenas vistas, a pesar que estábamos arriba del todo. Y bueno, la de pantallas que tienen (para ponerse gafas de sol) y la pedazo animación por megafonía.

¡Aps! Jordi también tenía buenas vistas. jeje

La comida, cara y raciones pequeñas, pero es lo que hay. Eso si, creo que es el único lugar donde yo no tuve que hacer cola para ir al baño y Jordi si. ¡Me encanta!

El frío lo sobre llevamos bastante bien, y en cuanto acabó el partido salimos pitando hacia el metro (abrían una hora mas por el partido).

Por cierto, la mochila no estaba. ¡D.E.P.! 

Y es que como ya os dije... no acertamos ni una en lo que a ella se refiere. Pero dicen que no hay mal que por bien no venga, y un par de días después, tendríamos la recompensa por esa pérdida.

Eso si, la vuelta al metro llevando todo en las manos se hizo cómica...

Con un sueño cumplido (ahora solo me falta coincidir con mi equipo para vivirlo aun mas) se acababa nuestro paso por la capital.

Al día siguiente tomaríamos rumbo a la Gran Manzana.

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