Zaragoza: Visitando la Maestranza y la Aljafería

Empezaba mi último día en Zaragoza y lo hice con un buen desayuno "Pilarica" (Café y pincho de tortilla) en el bar "El Cierzo".
Nos esperaban un par de visitas por la mañana y había que coger fuerzas.

Tras hacer el check-out y dejar mi mochila en la recepción del hotel, me junté con Mónica (Notas en mi libreta viajera) y dimos una pequeña vuelta por la zona de la Seo, para hacer tiempo hasta la primera visita.

Pude contemplar de nuevo los detalles de la fachada mudéjar de la Catedral, esta vez sin lluvia...

...y me mostró un pequeño rincón tras la Seo: El arco y casa del Déan (una figura de la jerarquía eclesiástica).
Este arco comunicaba la catedral con la vivienda de dicho cargo de la Iglesia, y también tiene detalles del gótico mudéjar.

Muy cerca de allí se encontraba el lugar de nuestra primera visita: El Palacio de la Real Maestranza de Caballería, donde poco antes de entrar nos juntamos con los compañeros de "Mi mundo en una maleta" y "Siuler viajer y fotos".
Las visitas a este palacio son los sábados y domingos. Entra en la Zaragoza Card, pero si no se tiene, la entrada es muy barata (2€) y la visita merece realmente la pena.
La lástima, es que dentro no se pueden hacer fotos.

Actualmente este palacio es la sede de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza. ¿Que no sabéis que es y a que se dedica? Preguntadle a la guía que os lo explicará encantada, yo tampoco lo sabía.
Durante la visita no solo te explica el uso actual del palacio, también te cuenta su origen (Hogar y oficina de trabajo de un jurista judío converso, Miguel Donlope), la evolución que ha sufrido a lo largo de los siglos, de que época son cada detalle que se conserva...

Es una oportunidad estupenda para poder pasearse y contemplar el interior de un palacio renacentista aragonés. Recomendable 100% en una visita a la ciudad.

La visita duró una hora y al salir tocaba las primeras despedidas a una parte de los compis maños con los que había pasado un fin de semana estupendo.
Junto con Mónica tomamos rumbo al Palacio de la Aljafería. El objetivo era encontrarnos allí con su pareja para realizar la visita guiada de las 12:30h.
Peeeeeeero, no contábamos con la cantidad de gente que habría. Y es que los domingos la entrada al palacio y la visita guiada son gratis.
Al llegar ya no quedaban cupos así que optamos por entrar e ir por nuestra cuenta (alquilan audioguías, pero en el interior de cada sala también hay unos folletos explicativos de ésta).
Y la verdad, creo que si uno quiere hacer la visita guiada, el día que es gratis no se si es buena opción. Nos cruzamos con el grupo y, de tanta gente que había, no se yo si se estaban enterando bien de las explicaciones. Había mucha gente, tanta que en algunos puntos costaba de avanzar, pero por suerte, hacia la hora de comer empezó a vaciarse (no sabemos si provocado también por la fina lluvia que empezó a caer) y pudimos disfrutar un poco del lugar con calma.

Sede actual de las Cortes de Aragón, este palacio tiene una mezcla muy llamativa de estilos que van desde su época islámica hasta la de los Reyes Católicos.

Del palacio islámico se conserva parte del recinto fortificado, del cual destaca la torre del trovador, el patio con arcadas (la zona que mas me gustó) y el mihrab (oratorio de forma octogonal que se trasladó desde la Seo, donde había pertenecido a la mezquita).

Tras la reconquista se inició la fase cristiana de la Aljafería, que pasó a ser sede de los monarcas aragoneses. Se llevaron a cabo ampliaciones y reacondicionamientos que llegaron a su máximo esplendor con los Reyes Católicos, cuya simbología encontraremos en gran parte del palacio.
En esta zona del palacio uno no puede dejar de mirar las techumbres, auténticas obras de arte.

La existencia de la Aljafería me era totalmente desconocida hasta que empecé a leer sobre que visitar en Zaragoza. Me sorprendió descubrir que tenían semejante fortaleza, y mas aún el ver lo bonita que es. Sin duda, uno de los imprescindibles de la capital aragonesa.

Salimos, bajo una fina lluvia, en busca de un sitio para comer. Bueno, mas bien yo me dejé llevar que era lo mejor que podía hacer.
Fuimos hasta un bar que está a unos 10min a pie de la Aljafería, "El Cervino", y tuvimos suerte de hacernos un hueco.
Pedimos un surtido de croquetas y unos pinchos, entre ellos alguno con foie, que estaban de vicio. Pero sin duda, el plato estrella para mi fue ¡La longaniza de ternasco! ¡Deliciosa!

Si los días anteriores ya había alucinado con las tapas, este fue un broche de oro. ¡Gracias Mónica y Berna por llevarme! Eso sí... ¿¡Alguien sabe donde puedo comprar yo, en Barcelona, esa longaniza!? xD

Tras un te con pastas y un rato muy agradable hablando de viajes y de la vida, muy a mi pesar, tocaba la última despedida. Tenía que regresar al centro para finiquitar mi visita y tomar rumbo a la estación (que con la huelga de autobuses no quería jugármela a última hora).

Antes de marchar me volví a pasar por el Pilar, esta vez para subir a la torre (el último uso que le di a la Zaragoza Card) y contemplar las vistas desde allí.

Aproveché también para comprarle un souvenir a las mamis: la famosa cinta del Pilar, que yo sabía que a ellas les gustaría. Las venden en una pequeña tienda que hay en la entrada de la basílica y cuestan 1€.
Ahora sí, se acababan mis paseos por Zaragoza. Recogí la mochila en el hotel, me armé de paciencia para llegar a la estación (aunque por suerte con tiempo de sobras) y contemplé una última vez como volvía a llover, esta vez a resguardo con un café calentito.
Estos maños me han engañado.... ¡Que son de secano dicen! jeje ;)

Me fui muy contenta porque había acertado de lleno con mi escapada. Descubrí una ciudad llena de historia, bonita y con muchas visitas interesantes.
Pero con permiso del Pilar y la Aljafería, si hay algo que me llevo en el corazón es:

¡Gracias por todo, chic@s!
Tenemos que repetir el encuentro, sea en Barcelona o en algún otro lugar del mundo (eso sí, con birras para Dave jeje). Y a ver si conseguimos sumar a alguien que nos faltaba del grupillo. ^_^